El día siguiente a la espectacular experiencia de James Bond
island nos lo tomamos con calma, lo dedicamos a la vida más contemplativa que
en una playa de este calibre se puede disfrutar.
Nuestro hotel estaba en la preciosa playa de Karon, paradisiaca
en casi todos los aspectos, la pega? que al estar en Junio, el mar no está
precisamente tranquilo en esta zona, y esta playa no está resguardada del furor
de las olas.
Después de una consulta en la recepción nos informaron que la
playa de Kata Yai, cercana a la nuestra estaría mucho menos movida en cuanto a
la fuerza del mar.
Ni cortos ni perezosos decidimos hacer el camino andando,
una horita a paso más que tranquilo nos llevo de una zona a la otra, no sin por
el camino sacar algunas fotos curiosas de la idiosincrasia local, Templos al
lado de la arena, torres de vigilancia para tsunamis, vamos lo típico.
Fue un apacible día playero, en un enclave precioso en el
que aprovechamos para descansar, comer de los puestos callejeros e incluso ver
en acción a unos curiosos pescadores locales.
Por la noche intentamos cenar en el Red Onion, un
restaurante tai de renombre, pero aunque los de los aledaños estaban semi
vacios, es temporada baja en Tailandia, este estaba hasta los topes, siguiendo
la teoría de que sitio lleno no debe de ser malo entramos en uno muy próximo,
justo al lado de Karon Beach Guest House, que resulto ser magnífico a un precio
escandalosamente barato para lo que comimos. Si vais a esta playa mi recomendación
es que comáis en cualquiera de los dos anteriormente mencionados y os olvidéis
de otros de aspecto mucho mas fashion.
Phi-Phi island
Al día siguiente nos recogieron para realizar nuestra excursión
a esta famosa isla. Conocida por salir en la película de Leonardo Di Caprio, La
playa, que no es ni más ni menos que Maya Beach situada en estas islas.
En este caso el transporte era una lancha rápida, ya que la
distancia que separa de la isla es la suficiente como para que se aconseje esta
embarcación para ahorrar tiempo de viaje. Pero nada aconsejable si la mar está
un poco picad,a como fue nuestro caso.
Debo decir que para mí fue una travesía de lo más divertida,
pero mi mujer y el resto del pasaje creo que no opinaba lo mismo, entre gritos
y alguna persona que no consiguió dejar en su estomago el desayuno llegamos en
una hora más o menos a las islas. Desafortunadamente el estado del mar no nos
dejo acceder a la afamada playa pero si visitar el resto de la pintoresca localización.
Dimos de comer a los monos desde el barco, buceamos dándole
de comer a incontables peces de colores y vimos la cueva de los vikingos. Esta última
es el punto de recolección local de guano de murciélago, muy apreciado en Asia
y de un valor cuasi astronómico.
Desde aquí parada para comer en una ensenada local y paseo
por unos paisajes paradisíacos.
De vuelta hacia Phuket hicimos alto en una pequeña isla
privada en cuyo centro había una construcción típica costera que resulto ser un
bar. En esta parada disfrute como un niño del buceo en los arrecifes. miles de
peces de múltiples tamaños y colores te rodeaban en cuanto dejabas un poco atrás
la playa.
Lo único realmente decepcionante de esta excursión fue que
el estado del mal y el divertidísimo pero inestable bamboleo del barco no me permitió
hacer las fotos que la aproximación a este fantástico lugar merecían.
Llegamos al hotel agotados pero muy contentos, cenamos en el
mismo lugar que la noche anterior.
Al día siguiente con mucho pesar nos despedimos de la isla y
del país ya que volamos de Phuket a Bangkok y desde allí a Madrid. Poniendo fin
a nuestro periplo por el sudeste asiático.
Que pasada de islas y fotos, realmente un paraíso...
ResponderEliminarSaludos de vuestros seguidores viajeros en vuestras aventuras:
Vivir viajando y
http:// www.doshaciendofotos.blogspot.com
Que pasada de islas y fotos, realmente un paraíso...
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