Chiang Mai: Día de transportes alternativos en plena jungla
Este era un día marcado en rojo en nuestra agenda de viaje,
ya que planteaba lo que podríamos llamar, jornada de transportes alternativos
tradicionales de la selva tailandesa.
Así que encaramos una de las arterias que nos sacaban de la
ciudad hacia nuestro destino en plena campiña norteña, en la autovía aparte del
paisaje pudimos admirar la forma de conducir del país(no comprendo cómo aun no
hay mas accidentes), así como la laxitud con ciertas normas a la hora de estar cómodo
en tu medio de transporte.
Maetang Elephant Park
Cuentan
que antes de que el gran tsunami de las navidades de 2004 arrasara las
costas de Tailandia, unos elefantes que formaban parte de una excursión
turística "lloraron", agarraron a los turistas con la trompa para
subirlos sobre su lomo y después huyeron tierra adentro, salvándoles la vida.
Esta
historia resume perfectamente lo que representa este animal: fuerza, sabiduría
y protección. De hecho según una tradición del budismo (religión
mayoritaria en Tailandia) una princesa llamada Maya soñó que un elefante blanco
entraba dentro de ella. Varios sabios dijeron que aquello significaba que daría
a luz a un redentor de la humanidad. La princesa Maya era la madre del
mismísimo Buda. Curiosamente el elefante blanco también es el símbolo de
la realeza tailandesa y era la figura principal de la antigua bandera
del país.
En
la actualidad dada la deforestación que ha sufrido Tailandia, sobre todo de sus
bosques de teca, la presencia de estos animales, antes usados para duros
trabajos en plena selva, ha quedado prácticamente reducida a estos campos de
trabajo y adiestramiento. Supongo que no serán todos iguales pero el que
visitamos nosotros estaba dedicado íntegramente al turismo y poder sacar el máximo
beneficio de él. Aun así, vivir una experiencia con estos animales es algo
indescriptible.
Lo
primero tras nuestra llegada, fue un paseo sobre en elefante por la selva,
divididos en parejas y desde una atalaya especialmente diseñada para estar a la
altura del paquidermo íbamos subiendo a unos asientos especialmente diseñados
para sujetarse sobre su lomo. La sensación de montar sobre el, el bamboleo de
su caminar y la apariencia de poder ir a donde te plazca sin importar lo que te
pongan delante, fue lo mejor de la experiencia. Lo peor que distribuidos estratégicamente
por la ruta había puestos en los que el elefante paraba para que intentaran
sacarte unos 150thb en plátanos o caña de azúcar para darle al elefante.


Al
final de esta ruta nos esperaba la vuelta en un medio de transporte diferente,
carro de bueyes. Subidos en él y con el traqueteo típico de estos transportes
con amortiguación nula, hicimos el camino de vuelta, no sin ver el paisaje de
selva y campos de arroz y sentir en las carnes la azarosa vida del conductor de
vehículo de tracción animal.
Una
vez de vuelta al campo nos esperaban un par de elefantes para hacer un show privado
a nuestro grupo, coordinando adiestramiento, docilidad, fuerza, destreza y
sensibilidad a la vez. Recordad siempre que un fallo midiendo su fuerza de uno
de estos animales acarrearía con casi total seguridad terribles consecuencias.
A continuación
de esto nos mostraron como se dan un refrescante baño acompañados de sus
cuidadores en el rio adyacente.
Después,
ya en una audición para todo el público concentrado en el campo, había muchos
grupos de varias nacionalidades, pudimos admirar muchas de las habilidades de
estos extraordinarios animales. Desde el típico trabajo con troncos de teca a
las ya mucho menos convencionales destrezas como jugar al futbol o la pintura(os
prometo que los vi pintar esos cuadros ).
Una
vez terminado el espectáculo, fuimos andando hasta un embarcadero cercano y subimos
a nuestro último medio de transporte tradicional del día, la balsa de bambú. En
ella descendimos el rio, observando el paisaje, viendo otros campos cercanos y
en haciendo los chistes de cocodrilos oportunos. Me dejaron intentar maniobrar
con ella un rato y no se me dio mal del todo, no encallamos en ningún sitio.
Las Orquídeas
Nos
llevaron a comer directamente a un vivero de orquídeas de la zona, posiblemente
de las peores comidas del viaje, o al menos de las menos variadas, aun así encontré
alguna cosa que me gusto, posiblemente porque soy de buen comer ya que fui de
los que menos protesto.
La
visita al vivero podría interpretarse como una pérdida de tiempo, pero al menos
a mí, ver estas espectaculares flores crecer directamente alimentadas de la humedad
del aire es algo que aun no siendo súper, me mereció la pena ver. eso si
tampoco nos salvamos del intento de venta se suvenires aquí.
Terminada
esta visita encaramos con el autobús la ruta para nuestro siguiente destino
Chiang Rai.
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