miércoles, 28 de enero de 2015

Mañana de mercado atípico y tarde de descubrir Bangkok

Habíamos llegado la noche anterior a Bangkok y lo primero fue un jarro de agua. Al comunicar a la organización del tour que al día siguiente queríamos ir a la excursión que ofrecían para visitar un mercado flotante, nos respondieron que era imposible que no salían hasta el día siguiente, aparte de la negativa ninguna opción, ninguna idea. Así que al llegar al hotel me moví un poco y conseguimos hacer esa misma visita por la mitad de precio. Ya sabéis hay veces que no hay mal que por bien no venga.


Así que madrugando, como teníamos costumbre, nos recogieron en una furgoneta para iniciar nuestra excursión.

Mercado flotante de Damnoensaduak

Tras hora y pico de viaje y una parada en un vivero de orquídeas reclamo para suvenir, llegamos al embarcadero donde cogeríamos la lancha rápida que nos llevaría a nuestro destino.

Recorrimos canales rodeados de vegetación, con algunas zonas con agrupaciones de viviendas típicas de la zona. En el agua se mezclaban plantas muertas y vivas flotando dando un aspecto y un tono al agua cuanto menos curioso.


Me gusto este recorrido ya que pudimos observar a tailandeses haciendo sus quehaceres cotidianos sin ningún interés en adornarlo para el turismo, aparte de las curiosas embarcaciones que utilizan como medio de transporte y sus interesantes embarcaderos.



Tras algo más de media hora de media hora de trayecto nos adentramos en los canales del mercado, por una zona preparada para que el incauto visitante regatee desde la barca y se lleve un recuerdo de la vez que compro en un mercado flotante. La verdad es que esta zona fue de poco interés aparte de la curiosidad de ver como tenían los puestos preparados para la ocasión.

Llegamos al embarcadero donde debíamos de bajarnos, nada más pisar el suelo nos llamo la atención un interesante bote cargado de fruta para la venta. Esta zona, aun habiendo perdido su esencia tradicional, si ofrecía productos mas típicos de un mercado flotante y menos de una tienda de recuerdos.

Aproveché este momento para hacer una foto de el motor de una de estas lanchas rápidas, que no es ni más ni menos, que el de un coche adaptado a tales menesteres.


Desde aquí y después de hacer unas cuantas fotos, nos dirigimos por tierra, entre puestos y pasillos hasta el centro del lugar. De camino a esa zona mi mujer se enamoro de una cría de Lémur, un Slow Loris, del que me costó un rato que se separara.

El punto más importante del mercado era un puente que unía los dos lados del canal principal. Desde el había una vista privilegiada del trasiego de embarcaciones, ya fuera con turistas o productos típicos. Como curiosidad diré que esas pequeñas embarcaciones no solo servían como medio de transporte, también eran cocinas al aire libre.





En la zona abundaba la gente ofreciendo fotos con serpientes, como podéis observar algunas de ellas no eran pequeñas.

Una vez saciada mi sed de fotos por la zona y de haber hecho un par de compras, fuimos al punto de encuentro para el viaje de vuelta. Aquí nos tomamos el mejor Smoothie de mango de mi vida, espectacular.

Después de dos horas de viaje de vuelta y una insulsa parada en una tienda de muebles de teka, regresamos a Bangkok y nos dispusimos a dar un paseo por la ciudad.

Sin Rumbo por Bankok

Al estar el hotel muy cerca del rio Chao Phraya, que recorre la ciudad, decidimos probar uno de los transportes mas económicos y mas prácticos de la ciudad si te cogen a mano, el barco. Podríamos decir que es como un autobús fluvial. Después de que nos intentara timar un avispado tailandés llevándonos a un embarcadero privado en vez de al público (ojo con eso) y de buscar entre los edificios dimos con una parada. Preguntamos a unos simpáticos funcionarios de transportes que nos indicaron cómo funcionaba el sistema. Se paga al subir en el barco por persona, sin importar la longitud del trayecto.

Nos subimos en el que llevaba la dirección que queríamos tomar y decidimos bajarnos cuando ya viéramos que ese trayecto se saliera de la zona céntrica. Fue toda una experiencia, desde la revisora gritona del barco, hasta ver el vaivén de lugareños subir y bajar en sus paradas, aparte de las espectaculares vistas desde el río de la ciudad, sobre todo de Wat Arun, un magnifico templo situado a orillas del río y uno de los símbolos de la ciudad.




En este trayecto pudimos ver como los niños tailandeses se divertían bañándose en un agua de una salubridad más que dudosa, y la impactante mezcla de modernidad y tradición en algunas zonas. También pasaron a nuestro lado inmensas barcazas arrastrando su carga hacia su destino. Y una muestra de la marina real.


Nos bajamos en un embarcadero ya un poco alejado del centro, mientras esperábamos un barco que nos devolviera al centro y nos dejara en el barrio chino, nuestra siguiente etapa, observamos el curioso ritual de los puestos de venta ambulante tirando las cortezas de pan al agua para que una cantidad exagerada de peces se las comiera, literalmente el agua parecía hervir.

En el camino de vuelta, en el trasiego de otra parada pude tomar la curiosa instantánea de cómo hasta los monjes sucumben a las nuevas tecnologías, no es una gran foto ya que tuve que hacerla muy rápido con el barco en movimiento pero expresa lo que quiero decir.

Una vez tomada tierra en el barrio chino empezamos a sumergirnos en una extraña mezcolanza de alimentos irreconocibles, olores indescifrables, medicina tradicional china y la modernas unidas en el mismo local, inmensas aletas de tiburón para sus sopas, condimentos, mercados callejeros, neones y sobretodo incontables tiendas de oro. Un sitio que si visitas Bangkok, por nada debes dejar de ver.




Comimos un delicioso Pad thai, aparte de otros platos tradicionales de la comida tailandesa. Después de coger fuerza seguimos nuestro deambular por las calles acercándonos lentamente a nuestro hotel. En este camino visitamos un par de templos chinos, muy alejados de los típicos del país que visitábamos.




Dos curiosidades antes de llegar al hotel, en horas puntas de tráfico, las motos transitan por la acera igual que lo harían por la calle y muy cerca de nuestro hotel estaba el famoso hotel Lebua, si no os suena os diré que es el del bar en el ático de la película Resacon en Tailandia. Aunque no tengo fotos, subimos a el por la noche, el acceso es gratuito y las vistas de la ciudad espectaculares, muy recomendable. Para los curioso os diré que una copa allí ronda los 8 o 10€, ninguna barbaridad si pensamos lo que nos cobran aquí por una en un garito del montón. este tiene una terraza volada en el que Bangkok está literalmente a tus pies.


No acostamos pensando en nuestra siguiente etapa, la paradisíaca  Phuket.

1 comentario:

  1. Excelente entrada, como todas las demas que nos hace tener muchas ganas de ir a Tailandia. Estamos preparando nuestro viaje. Queremos establecernos en Bangkok durante unos meses para recorrer todo el sudeste asiatico. Gracias por añadir un link a uno de nuestros blogs: Vivir en Tailandia. Ahora mismo pondre un link en ese blog para que mis visitas tambien os conozcan. Ademas os animo a visitar este otro: www.doshaciendofotos.blogspot.com aqui podreis ver fotos de nuestros viajes. Os seguimos !!! Saludos viajeros.

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